“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.”
Hoy quiero escribirle a esas personas que sienten que todo termina, a esas personas que aunque se esfuerzan sienten que todo es en vano, la vida nos da muchas enseñanzas y lamentablemente algunas duelen y causan cicatrices; también a esas personas que por alguna razón han decaído en la fe y sienten que las cosas que hacen no tienen sentido y aunque poseen talentos creen que todo se acabó.
Comúnmente estoy rodeado de personas que alguna vez le sirvieron al Señor y hoy día no están haciendo lo que Dios les encomendó y como escribió el apóstol: “amando las cosas del mundo”; también están las que aunque se congregan no cumplen con las funciones que les corresponde, aunque son situaciones distintas y muy diferentes el factor común es que dejaron de hacer la voluntad de Dios por hacer las que a ellos en un punto de su vida le pareció ser la mejor decisión.
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